- Leer todos los libros y ver todas las series y películas que tengo pendientes. O al menos, rezar para que el fin del mundo no llegue antes de que termine de ver Star Trek.
Son esos típicos momentos en los que desearías ser como Neo, el protagonista de Matrix, y poder asimilar datos cual ordenador, como en esa escena en la que aprende kung-fu: "Acabo de verme todos los capítulos de Sanford and Son mientras asimilaba un libro de cocina vietnamita, puedo morir en paz."
- Llevar una vida estable y emocionalmente sana: No nos engañemos, en el momento en que vivimos, posiblemente este sea el mayor reto que nos podemos plantear. De hecho es algo tan desconocido y lejano para mí que ni siquiera sé qué significa exactamente. Ya no recuerdo lo que es dormir bien, ser capaz de socializar y llevar una vida ordenada.
- Enfrentarme a mis enemigos y vengar las ofensas sufridas. Algo tan increíblemente placentero y que sin embargo siempre da pereza llevar a cabo. Ante la proximidad del fin del mundo, lo interesante sería irse con la cuentas saldadas.
- Pasar menos tiempo en el ordenador: Antes de que alguien me queme en la hoguera por decir esto, que piense en cómo era antes de que su ordenador pasase a ser un apéndice de su cuerpo. Aquellos tiempos en los que tenía mejor memoria, más capacidad de concentración, más rapidez para pensar y sobre todo no sufría de ansiedad y no tenía ese presentimiento de que no estaba viviendo su vida plenamente. "Espero que el infierno tenga wi-fi..."
- Escribir una novela o crear una serie: Por fin podría dar rienda suelta a la imaginación y plasmar todas las ideas que me rondan la cabeza. Una comedia romántica de ambiente steampunk con los actores de Scrubs, un crossover de Orgullo y Prejuicio y Waterworld, una película para lucimiento de Michael Fassbender titulada Explosión de ovarios... e infinitos proyectos para los que el mundo no está preparado.
- Hacer un maratón de Monty Python's Flying Circus, otra vez.
- Ganar en algún tipo de concurso o competición. Y que el perdedor sea alguien que me cae mal. Aunque esto sólo pasa en las películas.
- Aprender de una maldita vez a hacer unas tortitas decentes: Saber
aprovechar las parrillas del infierno es una manera de ganarse el favor
del Príncipe de las Tinieblas (curioso que tenga tan asimilado el lugar
al que voy a ir...)
- Aprender a tocar la guitarra. Sobre todo In my time of dying. Está lloviendo lava y yo toco Led Zeppelin, ¿qué pasa? Así es como debe ser.
- Releer El Señor de los Anillos y El Hobbit. El Silmarillion casi mejor me lo pienso dos veces...
- Destrozar con un hacha los coches que están mal aparcados. Lo haría ahora mismo, de hecho, si no fuera porque muy probablemente acabaría en la cárcel.
- Prenderle fuego a un edificio. No es que quiera matar a nadie, ni tampoco tengo ningún edificio en mente (si bien sentí deseos pirómanos hacia la facultad en algún momento dado). Simplemente el fuego... el fuego pues es... el fuego es bonito....
- Robar un banco y huir a caballo, como en las películas del oeste. Porque sí. Y porque los bancos se lo merecen.
- Ir a todos los países que tengo apuntados en mi lista de "Sitios que visitar antes de morir". Empezando por el Parque Nacional de Redwood (lugar donde se rodaron las escenas de luna de Endor) continuando en Roslyn, Washington (pequeño pueblo donde se grababa Doctor en Alaska) y terminando el tour en el plató de Cuarto Milenio para compartir con Iker las últimas impresiones sobre el fin del mundo. ¿Casualidad o serendipia?
- Comer tarta como si no hubiera un mañana. Porque no lo habrá.
- Aprender ruso. O por lo menos saber imitar el acento con propiedad.
- Leer Nuestro común amigo, de Charles Dickens, que como todos sabemos es el último libro que hay que leer antes de morir. En el fondo seguimos queriendo a Desmond Hume.
- Tener una experiencia lésbica con Monica Bellucci. (Aquí todos estaremos de acuerdo)
- Acosar a Colin Firth: En un principio no sería acosar sino más bien hacerse amigo suyo. Pero como dudo mucho que él supiese que nuestras intenciones son buenas (supongo) seguramente acabaría presentando una denuncia por acoso.
Si se diese el caso, mi foto de la orla se iría a la basura porque nadie quiere saber nada de dudosos logros personales pudiendo enmarcar una orden de alejamiento de alguien a quien admiras.